Las temperaturas han mejorado, los campos enverdecen, las aves y los insectos empiezan a aparecer, los días se alargan y una explosión de luz y aromas está lista para inundar los sentidos. ¡Estamos en primavera!

Es muy placentero prestar atención al huerto y ver como las plantas que con tanto mimo preparamos y el trabajo puesto están dando sus primeros resultados… pero, si nos fijamos en esa pequeña hoja que parece agujereada en sus lados, o aquellas que tienen un color distinto y han perdido turgencia, ¿Qué está pasando?

Hay que inclinarse y observar porque pueden ser síntomas de que una incipiente plaga ha llegado. Pero ¿Qué es una plaga? Se llama plaga a cualquier ser vivo que resulte perjudicial para otro ser vivo de interés para el ser humano. Normalmente las plagas ocurren en la naturaleza cuando hay desequilibrios en el ecosistema. El huerto es un ‘ecosistema’ simple, más aún si no hemos diseñado grupos de hortalizas y plantas aromáticas que interactúen entre ellas para protegerse de insectos perjudiciales que potencialmente pueden convertirse en plaga.

El tipo de daño que inflige una plaga depende de la plaga misma. Por ejemplo, los insectos masticadores son responsables de los pequeños agujeros y marcas que puede encontrar en las hojas de las plantas, y los insectos perforadores tienden a chupar la savia y los nutrientes de una planta, causando decoloración o marchitamiento. Estas son algunas formas en que las plagas pueden dañar el huerto y más:

  • Daño a las plantas: Los insectos y la vida silvestre mastican diferentes partes de las plantas, lo que puede causar decoloración, marchitamiento, agujeros, raíces desplazadas, hojas rizadas, retraso en el crecimiento, frutas o verduras deformes, oscurecimiento o descomposición.
  • Transmisión de enfermedades: Los insectos perjudiciales pueden transmitir patógenos a sus plantas de manera accidental, pasiva o activa, lo que conduce a enfermedades de las plantas. Los insectos que hacen esto se conocen como vectores.
  • Productos saqueados: otras plagas de seres vivos más grandes, como la vida silvestre o urbana (roedores, aves…), pueden saquear y consumir rápidamente los bulbos plantados y las frutas y verduras listas para cosechar. Mientras caminan por los huertos, también pueden pisotear otras plantas, arrancarlas o romperlas. Para muchos agricultores estos daños vienen con la pérdida de cosecha, cosa que puede ser una tremenda carga financiera.
  • Invasión en casa o la escuela: Las plagas pueden ingresar al interior de nuestras viviendas o zonas públicas comunes sin ser detectadas, donde pueden masticar paredes, puertas y telas o perforar productos alimenticios. Una vez que los insectos y roedores están dentro, localizarlos y manejarlos se vuelve cada vez más difícil.
  • Amenaza para humanos y mascotas: muchas plagas pican a adultos, niños y mascotas y dejan una marca o picazón notables. Estas picaduras pueden ser peligrosas y pueden quemar, picar o incluso transmitir enfermedades. Los roedores, en particular, pueden ser extremadamente peligrosos, ya que son conocidos transmisores de varias enfermedades.

Conociendo esto, hay que visitar el Huerto con más frecuencia que antes, para vigilar cualquier plaga / enfermedad incipiente y entrar en acción antes de que sea demasiado tarde.

Un huerto con plantas aromáticas y refugio para insectos predadores que comen activamente estas plagas potenciales puede ser de gran apoyo. También podemos usar recetas caseras de tratamientos naturales para combatirlas, como la elaboración de purín de Ortigas. El purín de ortigas tiene un efecto repelente contra ciertas plagas que pueden ser perjudiciales para las plantas, como los pulgones y los ácaros (además de ser un perfecto fertilizante foliar)

¿Cómo podemos hacer el purín de ortigas? Aquí os lo contamos:

  • Se introducen ortigas en agua dentro de un cubo y se remueve todo con la ayuda de un palo, dejando todo bien sumergido en el agua.
  • Realizado lo anterior hay que remover una vez cada dos días mientras, para permitir que la mezcla vaya fermentándose. Cada día que pase, el agua del cubo desprenderá un olor fuerte y desagradable.
  • Pasados 15 o 20 días, ha de verificarse el líquido. La señal a tener en cuenta es que la mezcla no produzca burbujas.
  • Cuando esté listo, se filtra el contenido entero, todo para almacenar en botellas o garrafas. Hay que ayudarse de un filtro. Si no se dispone del mismo, se puede tamizar con un trapo.
  • Almacenar las garrafas en un lugar fresco y oscuro para prolongar su vida útil, pero mejor usarlo cuanto antes para que su efecto sea máximo.

Si ayudamos a este pequeño ecosistema a recuperar su equilibrio, no hará falta el uso de plaguicidas comerciales.