El Huerto en invierno: preparación del suelo.
Se está muy cómodo en el calor del salón de casa o de clase en el cole durante los días de invierno, mientras vemos por la ventana lo poco acogedor que está el tiempo fuera. Sin embargo, nuestro huerto aún necesita atención. Incluso en estos meses más fríos e inactivos hay muchas maneras en las que aún podemos realizar actividades fuera. Ante todo, se debe ir preparando el huerto de cara a la primavera.
Los meses de enero y febrero son excelentes para poner el huerto al día aunque parezca lo contrario. Se puede voltear cualquier área de suelo o parterre elevado y eliminar las plantas no deseadas. Excavar a fondo, asegurándose de que el suelo se rompa en una textura fina y agradable, y para que quede bien parejo también.
Es un gran ejercicio físico, pero es una oportunidad para aprender sobre el suelo del huerto, el activo más importante del mismo.
De este modo también se puede ver su riqueza en materia orgánica y necesidades para la nutrición de nuestras plantas. Así se verá si es conveniente comenzar a compostar de cara a la primavera (si es que aún no se ha puesto en práctica). Al preparar el suelo, podemos empezar nuestra compostadora con el material vegetal (hierbas, raíces, hojas caídas…) que hemos retirado del suelo de nuestro huerto.
El compostaje, por supuesto, es la forma en que mantenemos nuestro suelo saludable (atentos a nuestras entradas de vermicompostaje, como ejemplo de posible compostadora). Si no se tiene un contenedor de compost, ¿a qué estamos esperando? Muchos de los colegios de nuestra red están trabajando en compostaje y tienen su compostador ya listo. Una compostadora es clave para poder obtener materia orgánica de calidad, y que forme parte de nuestro huerto, para así: reciclar, rehusar toda aquella materia verde del huerto que sería un residuo y reducir la compra de sustratos en saco.
Algo muy común que ocurre en el huerto con el paso del tiempo (o al inicio si no está bien diseñado) es que los lechos elevados pensados para poner las plantas no contienen suficiente suelo.Cuando se prepara el huerto, si se planea hacerlo sobre parterre, cama, …etc. hay que asegurase de que estos estén correctamente recargados. El suelo debe llenarse hasta al menos 5 cm desde la parte superior de una cama elevada, por ejemplo, y así dar espacio a las raíces de las plantas para crecer. Debe ser profundo, migajoso, aireado y mullido. A más profundidad, más espacio tendrán las raíces para extenderse y crecer. Hay que vigilar la profundidad y que no haya rocas, piedras u otros elementos que puedan entorpecer el desarrollo radical.El tipo de suelo perfecto para obtener esto son aquellos con mucha materia orgánica y también un poco arenoso (aunque cuidado con los suelos arenosos, son muy secos y no retienen bien el agua). Hay que encontrar el equilibrio entre uno y otro. Hablando del agua, es muy importante un buen drenaje para que el agua fluya y no se quede atrapada encharcando el lecho demasiado tiempo, porque pudriría las raíces.Podemos definir los tipos de suelos como arenosos, limosos y arcillosos. Los arcillosos son los mejores para retener nutrientes. En los arenosos sin embargo, el agua puede lavar y arrastrar los nutrientes, con lo que se pierden todas sus propiedades y el suelo no se nutre de forma correcta. El aporte de estiércol, mantillo, compost o turba para que tenga más nutrientes es importante si tenemos este caso.
La preparación del suelo es importante. Pero también lo es tener un plan de siembra y diseño del huerto. ¡Ánimo pequeños hortenanos y hortelanas!
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